La mayor parte de la ropa se ha hecho usando energía proveniente de plantas termoeléctricas que funcionan a carbón. Esto incrementa el volumen de gases de efecto invernadero en el aire y acelera la crisis climática. En solo un año, la industria del vestuario contribuye con 1.2 billones de toneladas de CO2 a nuestro aire. Esa es la misma cantidad de emisiones que aportan los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados.
Extraer y procesar materiales vírgenes causa un gran impacto sobre la tierra, el agua y el aire. Para ser un aporte con lo que hacemos, estamos migrando hacia un 100% de materias primas renovables y recicladas. Al usar fibras sintéticas y naturales hechas con desechos pre y posconsumo, estamos limitando nuestra dependencia de las materias primas.
Posconsumo se refiere a cualquier producto terminado, que ha sido usado y luego se ha evitado que llegue a un vertedero al final de su vida útil. Esto incluye cualquier cosa puedas poner en el basurero del reciclaje en tu casa o en centros de reciclaje textil.
También llamado “post-industrial”, el desecho pre-consumo se crea durante el proceso de manufactura, como los retazos de tela o desechos de hilos en las tejedurías e hilanderías. El hilo reciclado a veces se mezcla con otros materiales, como el poliéster, para asegurar que no haya una pérdida en su desempeño.
Menos del 1% de los materiales usados para hacer ropa se convierten en prendas nuevas cada año. Para hacer un impacto de verdad, necesitamos un cambio a lo largo de toda la industria. Si la industria del vestuario reciclara a la misma tasa que Patagonia, podríamos reducir el equivalente en emisiones que consume la energía de todos los hogares de California en un año*.